23 Oct Experiencia del uso del registro de la fertilidad en la educación de la sexualidad adolescente
Mª Eugenia Leiva Romero. Matrona y Orientadora Familiar.
En el contexto de la persona, expondremos nuestra experiencia basada en la enseñanza de la biología: ¿cómo podemos utilizar elementos de la anatomía y fisiología para llevar a
la mujer y al hombre a conocerse y a valorarse como personas, y de esa forma prepararlos para comprender el concepto de sexualidad verdaderamente humana?: Entregándoles elementos acerca de su fertilidad, tales como: “El hombre es siempre fértil”. Es fundamental que el varón asuma esta inmensa responsabilidad de custodiar la fuente de vida que encierra su biología y desde ahí poder valorarse y asumir este inmenso potencial de vida que posee, que cuantitativamente es muy superior al de la mujer. Al analizar la fertilidad femenina vemos que es muy diferente y que está determinada por el ciclo menstrual, en el cual se presentan dos períodos infértiles, uno antes de la menstruación y uno después de la menstruación, y entre ambos se ubica el período fértil; que dura 8 a 9 días, y que se manifiesta por los cambios que experimenta la mujer no sólo a nivel de su anatomía externa por la humedad que percibe, sino que también por sus cambios emocionales.
A partir de este hecho concreto que es el moco cervical, la mujer se conecta con su ser interior y el cuerpo se convierte en el vehículo que deja salir ese ser interior. Para darse cuenta de esto debe descubrir y percibir estos cambios. Desde este conocimiento de su cuerpo -que es algo concreto- puede entender y valorar este “algo abstracto” que es el valor de su fertilidad y su misión en la maternidad. Este conocimiento de su interioridad la pone alerta, en resguardo de su intimidad que ahora siente tan valiosa, tan apreciada y que desea conservar para la entrega definitiva con el varón que sepa también respetarse a sí mismo.
En la adolescencia los elementos que conforman la sexualidad, en especial la falta de desarrollo del elemento espiritual (razón y voluntad), que es el eje articulador que les da
integridad a todas las dimensiones, expone a la mujer a muchos riesgos por falta de conocimiento. Debemos ayudarles a integrarlos pues de esa forma mejora su autoestima, comienza a valorarse, a quererse, a cuidarse y a dignificarse como persona, de igual forma se lo exige al otro.
Quien mejor que sus propios padres, apoyados por sus profesores, las pueden ayudar a conocerse y a descubrirse. Para eso es necesario darles el amor incondicional que si está iluminado por el amor sobrenatural de Dios Padre, permitirá a la familia encontrar los criterios más adecuados para educar a sus hijos, ya que encontrarán en el amor mutuo la sabiduría para poder hacerlo.